La casa del Marqués de Pinar del Río
Pero no sólo el título de Don Leopoldo Carvajal y Zaldúa otorga a esta casa valores históricos. A ella están unidos lazos de la propia familia Carvajal y de otros que le antecedieron y favorecieron el mejoramiento de la vivienda. Fue precisamente su tío, y suegro a la vez, Don Manuel González-Carvajal, quien reconstruye el inmueble entre 1852 y 1862, convirtiendo la antigua casa de tejas en una de mampostería, azotea y mirador al fondo, de dos plantas y entresuelo, tal como ha llegado a nuestros días, como una hermosa casa señorial del siglo XIX. A ello contribuyó también su hija Doña María de Jesús González-Carvajal y Cabañas, quien la hereda luego y, entre 1871 y 1878, la reedifica tras un incendio. Es muy posible que los daños no afectaran la estructura ni el diseño arquitectónico sustancial del edificio, pero sí debió incorporársele en este período una nueva carpintería, la elegante escalera de caracol del zaguán y la de acceso a la azotea, los entrepisos, pavimentos y azulejos. Justamente la década del setenta coincide con la difusión en La Habana del azulejo de Onda, presente y con excepcionalidad en esta casa, lo que le otorgó sin dudas, mayor prestancia y belleza. Muchos ejemplos en la ciudad antigua ilustran la presencia del azulejo valenciano y entre ellos, la casa de San Ignacio 214, destaca por poseer cinco tipos, resaltando el azul al relieve sobre fondo blanco, colocado en el zaguán, único de este género, localizado hasta el momento, en el Centro Histórico.
El Marqués de Pinar del Río instaló aquí sus oficinas, función que debió tener la antigua residencia desde su última reconstrucción importante, relacionando que la propia escalera de caracol erigida en el zaguán conduciría a despachos de manera independiente, en tanto el resto de sus pisos se destinaba a la renta por “apartamentos” para diferentes empresas como compañías de seguros, bufetes, navieras, casas de cambios, entre otras; instaladas en esta residencia desde finales del siglo XIX, según los Directorios Comerciales de la época. En 1939, como expresan las actas de Amillaramiento, existían en la planta baja 11 habitaciones, 11 en la planta alta, 14 en el entresuelo, y 4 habitaciones pequeñas en la azotea, en total 40 habitaciones para alquilar. La casa era conocida por sus características como Edificio de Oficinas, distribuida en departamentos dedicados a estos fines.
A la muerte del Marqués de Pinar del Río, en 1909, la finca pasa a manos de su esposa, e hijos y posteriormente a sus nietos, quienes disuelven la sociedad en condominio sobre ésta y otras propiedades. No obstante, descendientes de la familia Carvajal la conservan hasta 1959. El 30 de septiembre de 1960 contaba con 38 locales sin tener en cuenta los que dan acceso a las escaleras por ser comunes.
Al desaparecer las funciones de oficina con la suspensión de los negocios privados, en la década de los sesenta, comenzó a ocuparse paulatinamente como edificio de viviendas multifamiliar, uso que ha llegado a la actualidad, privándola de su mejor apariencia y buen estado de conservación.
*Fuente: Yamira Rodríguez Marcano yamira@dap.ohc.cu
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